LA INMOBILIARIA

Ministro Eyzaguirre y la Democracia Cristiana

 

«Yo nunca me imaginé, nunca pensé, que íbamos a transformar el Ministerio de Educación en un gestor inmobiliario». Ignacio Walker, presidente de la DC.

«Me pareció una fórmula para honrar los derechos de propiedad de aquellos que habían invertido y eso se ha transformado en la fábula de la inmobiliaria». Nicolás Eyzaguirre, ministro de Educación.

 

Tras las reiteradas discrepancias planteadas por el presidente de la Democracia Cristiana, hay quienes creen que la falange estaría empezando a abandonar la reforma educacional. En la última reunión de la comisión de Educación de la Cámara Alta, que tramita el proyecto para la creación de una subsecretaría de educación preescolar, el senador Walker votó alineado con Von Baer y Allamand, y calificó la decisión de su presidente, el socialista Fulvio Rossi, de frívola, liviana e irresponsable.

No cabe duda que todo esto tensiona aún más la relación entre Walker, la Nueva Mayoría y el Gobierno. Y, por cierto, afecta la gobernabilidad y la estabilidad políticas, pues al arriesgar la investidura que detenta en conflictos con los aliados, Walker podría terminar aislado de —y aislando a— su propio partido. Pero lo que está claro es que cualquiera sea la actitud que adopten sus parlamentarios, la Democracia Cristiana no desahuciará la reforma.

El apoyo al programa de Bachelet y, en particular, a su reforma educacional, es, hoy por hoy, una cuestión cultural en la DC. Un fenómeno de conciencia arraigado a través del tiempo, que decanta por primera vez en el Congreso de 2007, y que cuaja, luego, el año 2012, en el Congreso de los jóvenes, el segmento más sensible a los daños de futuro del modelo neoliberal.

Esos jóvenes vivieron las jornadas del año 2005. Salieron a las calles y marcharon una y otra vez el año 2011. Protestaron entonces contra los abusos institucionalizados de que eran víctimas sus padres. Y, seguramente, recibieron el apoyo incondicional de sus abuelos, otrora activos protagonistas de las reformas democráticas de los prodigiosos años sesenta. Fueron ellos quienes construyeron la demanda de derechos garantizados en educación. Ellos quienes reivindicaron calidad y gratuidad universal, fin a la segregación social y, sobre todo, fin al lucro en todo el sistema educativo; los llamados pilares de la reforma de Bachelet.

¿Por qué habrían de renunciar a la reforma? ¿Por qué habrían de retirarle su respaldo, si no son sus intereses los que se ponen en juego en el actual debate sobre expropiaciones, inmobiliarias, fierros y ladrillos? Tampoco fueron ellos quienes abrieron esta brecha de desinteligencia en el debate público. Y nada está más alejado de sus preocupaciones que los temores que alimentan dicha controversia, y que han sido puestos de manifiesto por las organizaciones gremiales reunidas en el Consejo por una Educación Mixta, Diversa y de Calidad.

Desde luego, la misión de las nuevas generaciones no es el lucro ni la defensa del lucro. Y por eso su temor a perderlo no podría ser más intenso que su miedo al futuro, al vacío de oportunidades, o a la inagotable reproducción de las injusticias que sienten frente a la sola idea de que todo siguiera siendo igual. Ellas no abandonarán la reforma. Y no lo harán porque lo suyo son los derechos; no el patrimonio.

Huelga sin embargo una interrogante. Si como dice Walker, la DC es el único partido que puede dialogar simultáneamente con Renovación Nacional y con el Partido Comunista, ¿por qué no puede hacerlo simultáneamente con los movimientos sociales y con los gremios de la educación privada? Ello pondría a prueba su talento como articuladora de los grandes acuerdos que necesita el país, y empujaría el carro en la misma dirección de la alianza que eligió para gobernar.

http://www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20140616/pags/20140616165312.html